La planificación socioeconómica contra la barbarie imperialista (Parte I)
Las crisis económicas han sacado a la luz los intereses y contradicciones, hasta ahora ocultos, entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Las posiciones que coinciden con el antimperialismo y el antiamericanismo ahora están ampliamente superadas; sin embargo, los vientos recientes parecen negar la visión teórica de un enfrentamiento que involucre solo los polos de Europa y Estados Unidos. En última instancia, es necesario analizar las complejas fracturas creadas por la pérdida de hegemonía estadounidense en áreas poco consideradas por un marxismo que, a menudo, ha pecado de eurocentrismo.
Reapropiarse del significado de la historia es una necesidad para la transformación de las relaciones sociales existentes.
Es obvio que hoy, el primer compromiso de las fuerzas sociales populares, de los intelectuales y medios de comunicación, de quienes dirigen la política democrática y revolucionaria; no es desarrollar una batalla de poder simplemente sustitutiva y en intereses similares, sino de proceder sobre un terreno de poder alternativo.
Sin el sentido de la historia, es fácil ceder a las vulgarizaciones ideológicas de la tendencia dominante de considerar que el colapso de la Unión Soviética significaba el triunfo del capitalismo como único sistema posible y desconocer las experiencias concretas de la salida del modo de producción capitalista y la experimentación del socialismo del siglo XXI, que se han desarrollado, y continúan haciéndolo, a pesar de las dificultades; sobre todo en América Latina.
Fidel Castro es el Martí del siglo XX, así como Chávez es el Bolívar; y ambos son fuentes irrenunciables del socialismo del siglo XXI. El corazón político y teórico del ALBA es la integración bolivariana y martiana.
Uno de los grandes proyectos de Fidel, con su visión de futuro, fue construir relaciones internacionales basadas en el ejemplo concreto de la fuerza de las ideas, en hacer solidaridad activa. Hoy la diplomacia cubana está entre las primeras del mundo por su capacidad de diálogo, incluso con quienes no comparten su ideología ni tienen instaurado un sistema socialista.
Su doctrina vive en el sentido de dignidad, de pertenencia, de orgullo nacional del pueblo cubano; está muy contextualizada en el devenir histórico revolucionario y no puede ser utilizada indistintamente en un país imperialista o en un país colonizado, porque cambia por completo su significado de clase. Y lo digo sobre la base de las reflexiones gramscianas de los Cuadernos, el peso histórico de estados y naciones, las diferencias entre los pueblos.
Pero la vía nacional, hoy, es solamente una posible premisa de ruptura revolucionaria, no el horizonte. El punto no es Bolivia, Venezuela, Cuba o Italia. El punto verdadero es, por ejemplo, el ALBA como idea de transición. Fidel y Chávez tenían muy claro este punto de construcción política en el devenir histórico.
En un importante discurso pronunciado en Caracas, el 27 de octubre de 2000 que, a nosotros con nuestra cultura occidental, nos puede parecer un poco retórico; Fidel dice refiriéndose a Hugo Chávez Frías:
“Soy su amigo, y estoy orgulloso. Admiro su coraje, su honestidad y su clara visión de los problemas del mundo actual, y el papel extraordinario que Venezuela está llamada a desempeñar en la unidad latinoamericana y en la lucha de los países del Tercer Mundo. No lo digo ahora que es Presidente de Venezuela. Profeticé quién era cuando todavía estaba en la cárcel. Con su fulminante victoria popular cuatro años después —sin un céntimo, sin los abundantes recursos de las viejas camarillas políticas cuyas campañas recibían subvenciones de sumas fabulosas robadas al pueblo— contando solamente con la fuerza de sus ideas, con la capacidad de transmitirlas al pueblo y con el apoyo de pequeñas organizaciones de las fuerzas más progresistas, aplastó a sus adversarios. Surgió así una extraordinaria oportunidad, no solamente para su país, sino también para nuestro hemisferio”.
El razonamiento es liberador y sano al mismo tiempo. Liberador respecto a las místicas del sujeto; sano por construir un pensamiento adecuado al presente con la capacidad de hablar la lengua vulgar de nuestro tiempo y hacerse entender por el propio sujeto social de referencia. Chávez, desde su punto de vista, ha sido el cambio del siglo XXI.
El líder cubano continúa su discurso contando la historia de una colaboración cada vez más estrecha, del intercambio solidario, de la guerra “massmediática” sufrida siempre por el líder venezolano.
Quisiera invitar a quienes estudian Comunicación Social a investigar la obra del más extraordinario comunicador revolucionario que se haya conocido.
Continúa…